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ESPECTRO AUTISTA Y LA INCLUSIÓN LABORAL


 

La etapa más extensa del ciclo vital es la adultez y es experimentada por gran parte del colectivo juvenil como una importante transición, la que conlleva sumarse de forma activa a las demandas y responsabilidades sociales como el trabajo, adaptarse a nuevos espacios y contextos, lo que además significa derechos y también deberes. La Transición a la Vida Adulta es un proceso complejo y multidimensional, que incluye el inicio de la vida laboral, la participación socio-comunitaria y la emancipación (Fullana, 2015).


Esto implica un desafío vital, específicamente, para una persona en la Condición del Espectro Autista (CEA) que busca seguir desarrollando su autonomía e independencia. Este colectivo no queda en la infancia y como cualquier otra persona avanza hacia la adultez, y cada persona tendrá sus propias necesidades, sueños o deseos, de modo que esta transición presenta nuevos desafíos por enfrentar. Sin embargo, aun cuando la información sobre la CEA es cada vez mayor, la inclusión y la equidad son todavía aspectos con muchas tareas pendientes, pero que al ir progresando existen mayores posibilidades de acceso y participación en igualdad de condiciones, evitando así todo tipo de discriminación y exclusión.


Ante esto, se hace relevante observar el mundo del trabajo con detenimiento, ya que Arky (2022) menciona que las investigaciones sugieren que los jóvenes con autismo a menudo se enfrentan a diversos retos en el mundo laboral, particularmente, los estigmas respecto a su contratación. Así, la Confederación Autismo España (2017) expone que diversos estudios realizados a nivel internacional relacionados a empleo y personas en la CEA, explican que existe un lento avance en relación al empleo en este colectivo, por ejemplo, en el Reino Unido durante 2007 solo el 15% de las personas en la CEA disponían de un empleo a tiempo completo; casi diez años más tarde este porcentaje se mantenía prácticamente invariable situándose en el 16%, de ahí la relevancia en dar cuenta de la vulnerabilidad que las personas en la CEA puedan presentar ante un posible empleo.


En este sentido, el empleo “constituye un derecho fundamental, y se ha reconocido como un factor esencial que influye en la mejora de la calidad de vida” (Walsh et al., 2014 citado en Vidriales et al., 2018, p.7), además de fomentar el desarrollo personas y su participación social. Por ello, la gran mayoría de los países han buscado potenciar la Inclusión Laboral y la disminución de la dependencia, por medio de leyes, programas y proyectos encaminados a sensibilizar y concienciar al mundo empresarial sobre la incorporación de una persona en la CEA (Federación Española de Autismo [FESPAU], 2022) sobre las cuales todavía existe desconocimiento.


Así, la Inclusión Laboral se refiere al “proceso de mejora de las condiciones de participación de grupos en desventaja, a fin de asegurar la igualdad de oportunidades” (López, 2022, párr. 19), de manera que esta noción conlleva la incorporación y gestión de la diversidad dentro de las organizaciones o empresas, que busca procesos de mejora continua, con un enfoque de derechos para asegurar la igualdad de oportunidades para todos y todas; además de considerar la importancia de promover la accesibilidad tanto física como digital, dar apertura al diseño universal mediante la identificación proactiva, eliminación de barreras y medidas para prevenirlas (Superintendencia de Seguridad Social [SUCESO], 2022, párr.25).